Alabando a Dios con nuestras vidas

Alabando a Dios con nuestras vidas


La palabra «alabanza» proviene del hebreo «halal», que significa: «glorificar» o «celebrar». Alabar, es más que cantar o pronunciar palabras, ¡es una actitud interna de gratitud y honra hacia Dios! En las Sagradas Escrituras la alabanza se manifiesta de diferentes formas, como en la música, palabras y acciones.

Alabar a Dios con música

Al escudriñar las Sagradas Escrituras podemos vislumbrar que, los hijos de Dios han utilizado este medio para ofrecer alabanzas a su Nombre, en todo tiempo; iniciando por el canto, que es la forma más primitiva de la música: «VENID, celebremos alegremente á Jehová: cantemos con júbilo á la roca de nuestra salud. Lleguemos ante su acatamiento con alabanza; aclamémosle con cánticos.» (Sal. 95:1-2). También con los instrumentos musicales que disponían en la época y lugar en el que se encontraban: «Alabadle á son de bocina: alabadle con salterio y arpa. Alabadle con adufe y flauta: alabadle con cuerdas y órgano. Alabadle con címbalos resonantes: alabadle con címbalos de júbilo.» (Sal. 150:3-5), ya que, ésta también era una manera de enseñar y exhortarse los unos a los otros, pues, sus letras contienen palabras de vida: «La palabra de Cristo habite en vosotros en abundancia en toda sabiduría, enseñándoos y exhortándoos los unos a los otros con salmos é himnos y canciones espirituales, con gracia cantando en vuestros corazones al Señor.» (Col. 3:16).

Alabar con Palabras

Esta es una forma de manifestar nuestro amor, respeto y agradecimiento a Dios. Hay diversas formas en que se alaba a Dios con palabras, como en la oración, en poesía, en cantos, al hablar de Él y su grandeza, etc. «Mis labios rebosarán alabanza, cuando me enseñares tus estatutos. Hablará mi lengua tus dichos; porque todos tus mandamientos son justicia.» (Sal. 119:171-172). «Porque mejor es tu misericordia que la vida: mis labios te alabarán. Así te bendeciré en mi vida: en tu nombre alzaré mis manos. Como de meollo y de grosura será saciada mi alma; y con labios de júbilo te alabará mi boca.» (Sal. 63:3-5).

Alabar con obras

Se refiere a alabar a Dios con nuestras vidas, y esto significa: vivir de manera que refleje las enseñanzas y valores que recibimos de nuestro Señor. Se trata de actuar con integridad, mostrando amor y compasión hacia los demás, buscando hacer el bien en todo momento. «Si me amáis, guardad mis mandamientos; […] El que tiene mis mandamientos, y los guarda, aquél es el que me ama; y el que me ama, será amado de mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.» (Jn. 14:15 y 21). «BIENAVENTURADO el hombre que teme á Jehová, y en sus mandamientos se deleita en gran manera.» (Sal. 112:1). Para poder alcanzar este ideal es imprescindible realizar un autoanálisis y preguntarnos: ¿amo a mi prójimo?, ¿procuro hacer el bien?, ¿cómo soy dentro y fuera de la casa de oración?, ¿sigo las leyes y estatutos que mandó nuestro Dios? Entonces entenderemos que, para alabar a Dios con nuestra vida no puede faltar el siguiente elemento.

La obediencia

«AMARÁS pues á Jehová tu Dios, y guardarás su ordenanza, y sus estatutos y sus derechos y sus mandamientos, todos los días.» (Dt. 11:1). Una vez hemos comprendido que, Dios nos ha escogido para formar parte de su pueblo y nos ha dado su amor al llamarnos sus hijos, debemos corresponder a ese amor con acciones, siguiendo los preceptos que Él nos ha otorgado; para llevar una vida próspera y en paz. Uno de los ejemplos más grandes de obediencia es el de Abraham, quien desde su llamamiento fue obediente a Dios y demostró su amor en acciones a lo largo de su vida, hasta el punto de estar dispuesto a sacrificar a su hijo, para agradar a Dios. ¡Obedecer a Dios no es una imposición opresora! La obediencia a Dios surge del amor y fe que tenemos hacia nuestro Padre Eterno, ya que Él tiene contentamiento en estas bellas acciones. «Y Samuel dijo: ¿Tiene Jehová tanto contentamiento con los holocaustos y víctimas, como en obedecer a las palabras de Jehová? Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios; y el prestar atención que el sebo de los carneros:» (1 S. 15:22).

¡Cada acción y decisión puede ser una expresión de gratitud y devoción!

La gratitud la manifestamos de muchas formas: en palabras de exaltación, en canticos de adoración, en acciones que reflejan el amor que tenemos por nuestro Dios, como la oración y el ayuno. Es importante mostrar agradecimiento y reconocer las bendiciones que recibimos del Creador en nuestro día a día. ¡La gratitud es el resultado de un corazón que reconoce su dependencia de Dios!

«Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo; porque esta es la voluntad de Dios para con vosotros en Cristo Jesús.» (1 Ts. 5:16-18).

«Porque Él es justo: “Alabaré yo á Jehová conforme a su justicia, y cantaré al nombre de Jehová el Altísimo.» (Sal. 7:17).

«Jehová es mi fortaleza y mi escudo: en él esperó mi corazón, y fuí ayudado; por lo que se gozó mi corazón, y con mi canción le alabaré.» (Sal. 28:7).


2 Timoteo 2:22 declara: «Huye también los deseos juveniles; y sigue la justicia, la fe, la caridad, la paz, con los que invocan al Señor de puro corazón.» Palabras en que se enseña que, para agradar a Dios es importante de voluntad y con un corazón puro andar en sus caminos, es decir, caminar con Él. La alabanza no es sólo un acto momentáneo y efímero, sino una forma de vida. Nuestras decisiones, palabras y relaciones deben reflejar el amor que tenemos por Dios. Cuando vivimos de esta manera, nuestras vidas se convierten en un testimonio vivo de la grandeza y bondad de Dios. ¡Definitivamente debemos mantener este estilo de vida, mientras nuestro Padre Celestial nos permita vivir! «Alabaré á Jehová en mi vida: cantaré salmos á mi Dios mientras viviere.» (Sal. 146:2).

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