¿Cómo busco a Dios en familia?

¿Cómo busco a Dios en familia?


«Asimismo á los de su generación con todos sus niños, y sus mujeres, y sus hijos é hijas, á toda la familia; porque con fidelidad se consagraban á las cosas santas.»

2 Cr. 31:18


Desde el comienzo de la humanidad, de acuerdo con la historia bíblica, Dios crea al hombre y a la mujer, y les da la orden de fructificar, henchid la tierra y sojuzgadla (Gn. 1:28). Unos versículos más adelante podemos ver cómo se termina de establecer la relación entre el hombre y la mujer que forman una pareja, mencionando que el hombre dejará a su padre y a su madre, y ha de allegarse a su mujer, para ser una sola carne (Gn. 2:24), consumando la unión con la relación sexual, y por ende la posibilidad de concebir un hijo; siendo estos los principios fundamentales que dan comienzo a la formación de una familia.

De acuerdo con el relato bíblico sabemos que después de que Dios realiza la magna obra y culmina su creación, también manifiesta su voluntad para con ella, como observamos anteriormente en Génesis 1:28. Sin embargo Adán y Eva, ambos desobedecen al mandato de Dios para terminar siendo echados del huerto del Edén; y es aquí donde la relación de Dios con el hombre se fragmenta, siendo esta condición algo que se heredaría al resto de la humanidad. Unos capítulos adelante, posterior al diluvio, encontramos la historia de Abraham, un hombre a quien Dios llama para salir de su tierra, y no sólo eso, sino que Dios también establece un pacto con él. Dios promete hacer de su descendencia una nación grande, y que a través de él serían benditas todas las naciones de la tierra (Gn. 12:1-3). Nuestro Dios elige a Abraham porque Él sabía que Abraham es una persona que guarda su voluntad, y que incluso lo transmitiría a su familia (Gn. 18:19), lo que al final terminaría provocando que la nación grande que se formaría de su descendencia fuera una nación que guardaría el mandato de Dios, que se conduciría según su voluntad. Un pueblo a través del cual Dios también habría de manifestarse a las demás naciones de la tierra.

Desafortunadamente, la simiente de Abraham (Israel), no obedeció la voluntad de Dios y terminó por ser esparcido. Es a través de nuestro Señor Jesucristo que nuevamente se presenta la oportunidad de acercarnos a nuestro Dios (Jn. 3:16), y ahora no solamente para el pueblo de Israel, sino que también se extiende a las naciones para ser parte del pueblo escogido de Dios (Mt. 28:19), siendo parte de las promesas (Gál. 3:29), pero también de las responsabilidades que ello conlleva. La importancia de la familia, como vimos con Abraham y cómo él transmitió la obediencia a Dios, sigue siendo de vital importancia en nuestros días. Podemos observar a través de las Sagradas Escrituras orientación para poder formar una familia, y que ésta sea de acuerdo al objetivo de Dios, al instituirla en el huerto.

En 1 Corintios 11:3 observamos lo que puede entenderse como una jerarquía, en orden descendente comenzaríamos con: Dios, Cristo, varón y mujer; siendo cada uno cabeza del posterior. Podemos complementar lo mencionado en la carta a los Corintios con lo mencionado en Efesios 5:22-23, en donde se menciona que las casadas deben estar sujetas a sus maridos y de la misma manera ambos a Dios; terminando por decir en el versículo 33 que el varón debe amar a su mujer como a sí mismo. De esta manera es como podemos establecer una relación eficaz en el matrimonio, y a partir de la cual se establecen los fundamentos para formar una familia en Dios. No podemos buscar a Dios como familia si las bases de ésta no están de acuerdo con lo que nuestro Dios ha establecido.

Antes de mencionar la importancia de buscar a Dios como familia, cabe mencionar también lo que dicen las Sagradas Escrituras referente a los hijos y a la interacción, ya no sólo como matrimonio, sino como una familia. En Efesios 6:1 comienza diciendo que los hijos deben obedecer a sus padres en el Señor, y se hace el recordatorio de que esto se incluye en la ley, siendo el 5.o mandamiento, y a su vez, el primero con promesa. Más adelante, en el versículo 4, con relación a los padres también se menciona que no deben provocar a ira a sus hijos, sino que deben de criarlos con disciplina y amonestación del Señor. Es importante mencionar que la relación entre cada uno de los miembros de la familia y Dios siempre debe ser tomada de manera integral, no excluyendo ninguna de las cabezas ni haciendo omisión de ello; su análisis por partes puede llevar a un mal entendimiento de lo que Dios ha establecido, y hacer la total omisión de Dios en ella puede llevar a que el matrimonio y por ende la familia sea conducida por el pensamiento humano, sin la dirección de Dios, lo que sólo puede terminar en fracaso. Es por ello por lo que siempre que se menciona algo con respecto a la relación entre los integrantes de la familia también se complementa diciendo que debe ser: En el Señor.

Una vez hemos mencionado cómo Dios instituye la familia y también cómo a través de las Sagradas Escrituras se nos enseña y orienta para la relación entre los miembros de ella y Dios, podemos profundizar más acerca de la relación entra cada uno de los miembros que la componen. Como vimos desde el huerto del Edén, Dios siempre ha compartido y manifestado su voluntad, así como ha dado órdenes para seguir al hombre, siendo establecidas más específicamente en la ley de los 10 mandamientos y perfeccionada a través de la obra de nuestro Señor Jesucristo. Esto no ha cambiado para nuestros días, Dios sigue buscando siervos fieles que le busquen y que tengan el deseo de cumplir su voluntad, para así poder lograr una plena comunión con Él; y la familia es uno de los medios principales que Dios ha establecido para poder lograrlo, de ahí la importancia que tiene todo lo anterior mencionado.

Indudablemente la búsqueda de la santidad se concibe en lo individual y no podemos atribuirla solamente a desempeñarla en un momento particular, por ejemplo: sólo los sábados al congregarse en el templo, sino que debe ser algo que involucre a todos los demás aspectos de nuestra vida. Y nuestro Dios ha establecido medios y lugares para poder facilitar el crecimiento y búsqueda de nuestra santidad y acercamiento a Él. Es aquí donde la familia cobra vital importancia, siendo nuestra familia con quienes usualmente pasamos la mayor parte de nuestro tiempo y donde también nos desenvolvemos desde nuestro nacimiento. El matrimonio que ha engendrado hijos debe saber que también desde ese momento, el nuevo integrante de la familia comenzará a aprender y adquirir información, aunado a formar sus valores y conductas de acuerdo con lo que lo rodea, por lo que, si desde este momento los padres no tienen la búsqueda de su santidad y de Dios como prioridad, los hijos seguramente tampoco la tendrán. La primera manera en la que se fomenta la búsqueda y acercamiento a Dios es a través del ejemplo de los padres.

Conforme al crecimiento y desarrollo de los hijos incrementa el conocimiento de las Sagradas Escrituras y de Dios, guardándose así en sus mentes. Cuando los hijos pasen por la adolescencia y juventud (que será también donde definirán su personalidad), si los valores de la familia, guiada por la voluntad de Dios, estuvieron presentes y se mantienen de esta manera, definitivamente los hijos los tendrán presentes y será algo que no olvidarán por el resto de sus vidas (Pr. 22:6), e incluso irá en incremento, para que posteriormente, cuando decidan formar su propia familia puedan repetir las mismas acciones. A continuación, se mencionan algunas actividades en familia, que pueden facilitar la creación de un ambiente que fomente un constante acercamiento hacia Dios.

Dedicar espacios durante el día para tener:

  • Momentos de oración donde participen todos los miembros de la familia.
  • Momentos de lectura de las Sagradas Escrituras.                           
  • Momentos para comentar lo aprendido durante las lecturas.
  • Momentos para preparar un cántico especial como familia.


Agenda con actividades que permitan poner en práctica lo aprendido:

  • Visitar hermanos enfermos.
  • Brindar apoyo a personas en situaciones difíciles.
  • Generar algún material de apoyo para aprendizaje.
  • Compartir la palabra de Dios con los demás: Evangelismo.
  • Participar de las actividades congregacionales dentro de su localidad.


Algunas otras actividades que pueden ayudar a potenciar las anteriores son:

  • Contar con un espacio dedicado dentro de los hogares, para poder realizar las actividades anteriormente enlistadas.
  • Llevar un diario espiritual donde podamos ir registrando nuestro crecimiento, las actividades realizadas y también aquellas por mejorar o por poner en práctica.


El objetivo de estas actividades es desarrollarlas como familia, siempre tratando que todos los miembros estén involucrados, y de la misma manera tener presentes los valores espirituales que hemos aprendido para ejercerlos en el ambiente familiar. Ejerciendo este tipo de acciones como familia se cumple con lo que Dios menciona cuando establece su pacto con Abraham, para que de esta manera no solamente pocas personas puedan entrar a esa comunión con Él, sino que, a través de la familia y su descendencia, más personas puedan crecer, ya rodeados de elementos que los motiven y encaminen en la senda para hallar a Dios, facilitando con ello el proceso, y a su vez, que también sea más sencillo lograr la predicación a aquellas personas que por su contexto dónde crecieron, el conocimiento de Dios no les fue heredado a través de su familia.

Como conclusión, la familia es una institución que Dios ha dejado para poder estar en comunión con Él (Mal. 2:15), la cual fomenta la comunión con Dios en el núcleo familiar: esposo, esposa e hijos, pero alcanzando en su trabajo incluso a más personas y familias. Sabemos que el objetivo final de nuestro Dios es que todos puedan estar en comunión con Él, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento (2 P. 3:9); y la familia es uno de los principales medios para lograrlo.

«Y Amarás á Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón: Y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes: Cuando mañana te preguntare tu hijo, diciendo: ¿Qué significan los testimonios, y estatutos, y derechos, que Jehová nuestro Dios os mandó? Entonces dirás a tu hijo: […] Y mandónos Jehová que ejecutásemos todos estos estatutos, y que temamos á Jehová nuestro Dios, porque nos vaya bien todos los días, y para que nos dé vida, como hoy. Y tendremos justicia cuando cuidáremos de poner por obra todos estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él nos ha mandado»

Deuteronomio 6:5-7, 20-21, 24-25


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