Una vez que hemos decidido seguir a Dios, nuestras acciones deben reflejar el amor que le tenemos y así alabarlo con nuestras vidas, creciendo junto a nuestros hermanos que también buscan agradar a Dios.
La muerte es un castigo asignado al hombre, porque el propósito de Dios era que el hombre fuera eterno aún siendo formado del polvo de la tierra. Dios en su infinita misericordia consideró que el hombre pudiera recuperar su estado original si se somete a un proceso de obediencia.