
Mi vida allegada a Dios
Como jóvenes de la Iglesia de Dios es esencial que seamos conscientes de nuestro comportamiento, tanto dentro como fuera de la iglesia. Debemos preguntarnos: ¿realmente estamos cerca del Padre? El mundo a nuestro alrededor, con sus diversas distracciones y tentaciones nos aleja continuamente. Sin embargo, para acercarnos a Dios, debemos seguir principios fundamentales que nos permiten vivir en su cercanía, principios que exploraremos a continuación. En Jeremías 29:13 encontramos una promesa:
«Y me buscaréis y hallaréis, porque me buscaréis de todo vuestro corazón».
Esta búsqueda sincera es más que una necesidad espiritual, es un camino hacia una vida plena y significativa. El Salmo 73:23 nos recuerda:
«Con todo, yo siempre estuve contigo; Trabaste de mi mano derecha.».
Subrayando que Dios siempre está dispuesto a acompañarnos y sostenernos cuando elegimos acercarnos a Él. La cercanía a Dios no es solo un acto de fe, sino una respuesta al amor y a la fidelidad de Él. En el Salmo 145:18 se dice:
«Cercano está Jehová a todos los que le invocan, a todos los que le invocan de verás.».
Esto nos muestra que Dios no está distante de quienes lo buscan sinceramente, y que siempre está dispuesto a escucharnos y a responder a nuestras oraciones. El objetivo aquí es que cada joven reflexione sobre la importancia de vivir cerca de Dios, reconociendo su papel como guía y sustento en el camino. Al profundizar en el tema de vivir allegados a Dios, debemos examinar nuestras acciones, pensamientos y actitudes. En Mateo 22:37 nuestro Señor Jesucristo nos recuerda el primer y gran mandamiento:
«… Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y de toda tu alma, y de toda tu mente.».
Este amor implica una dedicación total a Dios, no solo buscándolo en momentos de necesidad, sino haciéndolo una prioridad constante en nuestra vida. Como nos recuerda Isaías 55:6:
«Buscad a Jehová mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano.».
El tiempo para acercarnos a Dios es ahora, ya que Él no nos obliga a hacerlo, sino que espera que lo hagamos por nuestra propia voluntad, sabiendo que Él es paciente con nosotros:
«… No queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento» (2 Pedro 3:9).
Lo que refleja la oportunidad preciosa que Él nos ofrece. Además, es importante recordar que, para estar cerca de Dios, debemos estar con Cristo primero. Jesús mismo nos dijo:
«Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mí.» (Juan 14:6).
No podemos acercarnos al Padre si no hemos aceptado a Cristo en nuestras vidas, porque es a través de Él que tenemos acceso directo a Dios. Al estar con Cristo, aprendemos a vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y a reflejar su amor en todo lo que hacemos. Un versículo que refuerza esta cercanía es el Salmo 16:8:
«A Jehová he puesto siempre delante de mí; porque está a mi diestra, no seré conmovido.».
Tener a Dios como centro de nuestra vida nos proporciona estabilidad y fortaleza, independientemente de las circunstancias. Para aquellos que buscan ser guiados y fortalecidos por Dios, Proverbios 3:5-6 ofrece una enseñanza esencial:
«Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no estribes en tu prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y Él enderezará tus veredas.».
Vivir en un mundo lleno de desafíos y tentaciones nos recuerda que nuestra sabiduría y fuerzas son limitadas, pero que al acercarnos a Dios y seguir su dirección, encontramos seguridad y propósito.
«Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia.» (Proverbios 2:6).
En momentos de quebranto, el Salmo 34:18 nos consuela:
«Cercano está Jehová a los quebrantados de corazón; y salvará a los contritos de espíritu.».
Aun en nuestra fragilidad, Dios está cerca, dispuesto a sanarnos y consolarnos. Isaías 41:10 también nos asegura su compañía:
«No temas, que yo soy contigo; no desmayes, que yo soy tu Dios que te esfuerzo: siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia.».
Vivir cerca de Dios también implica vivir conforme a su voluntad, lo cual es un acto de obediencia y gratitud. Deuteronomio 6:5 nos dice:
«Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma, y con todo tu poder.».
Esto subraya la importancia de entregarle a Dios todo nuestro ser, entendiendo que nuestra relación con Él debe ser basada en un amor total y sincero. En el Salmo 119:105 se nos recuerda que su palabra es lámpara a los pies, y lumbrera a nuestro camino, guiándonos en la oscuridad. Filipenses 4:6-7 nos invita a acudir a Dios en todo momento:
«Por nada estéis afanosos; sino sean notorias vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con hacimiento de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepuja todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros entendimientos en Cristo Jesús.».
Estos versículos nos recuerdan que acercarnos a Dios también nos brinda paz, una paz que trasciende cualquier preocupación o dificultad. Ya sabemos la importancia de buscar estar cerca de Dios, pero ahora surge una pregunta importante: ¿estamos realmente allegados a Él? Recordemos que Cristo es el medio por el cual podemos acercarnos al Padre, pero para establecer un vínculo profundo con Él, debemos considerar otros aspectos esenciales que nos ayudarán en nuestra búsqueda. Algunos de estos aspectos son:
Fe
«Empero, sin fe es imposible agradar a Dios, porque es menester que el que a Dios se allega, crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan.» (Heb. 11:6).
La fe es la base sobre la cual construimos nuestra relación con Dios. Es una certeza en lo que no vemos, pero sabemos que es real. Aunque no podamos ver a Dios, sentimos su presencia y su poder obrando en nuestras vidas. La fe nos permite confiar plenamente en Él, sabiendo que recompensará a aquellos que lo buscan con sinceridad.
Virtud
«Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo que es justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si alguna alabanza, en esto pensad.»(Fil. 4:8).
La virtud es la disposición y el firme deseo de hacer el bien, de vivir de acuerdo con lo que es moralmente correcto y agradable a los ojos de Dios. Esta virtud se refleja en nuestra vida cotidiana cuando practicamos la verdad, la justicia, la pureza, y la bondad.
Ciencia
«Porque Jehová da la sabiduría, y de su boca viene el conocimiento y la inteligencia» (Pr. 2:6).
La sabiduría de Dios es esencial para entender su voluntad. A través de su palabra y el Espíritu Santo, nos da conocimiento para guiar nuestras decisiones y para vivir de acuerdo con sus principios. Buscar la ciencia divina nos acerca a Él, pues nos ayuda a conocerle mejor y a entender su propósito en nuestras vidas.
Templanza
«Porque la gracia de Dios que trae salvación a todos los hombres, se manifestó, enseñándonos que, renunciando a la impiedad y a los deseos mundanos, vivamos en este siglo templada, justa y piamente.» (Tito 2:11-12).
La templanza nos llama a vivir con dominio propio, a evitar los excesos y a mantenernos firmes en la fe. Vivir una vida templada nos ayuda a mantener nuestro corazón enfocado en Dios, renunciando a las tentaciones del mundo para seguir su ejemplo de justicia y piedad.
Paciencia
«Sabiendo que la prueba de vuestra fe obra paciencia.» (Stg. 1:3).
La paciencia es una virtud que se desarrolla en medio de las pruebas. A través de las dificultades aprendemos a confiar en los tiempos de Dios y a esperar pacientemente en Él. Esta paciencia no solo fortalece nuestra fe, sino que también nos acerca a Dios al depender de Su guía en cada etapa de nuestras vidas.
Temor de Dios
«El temor de Jehová es el principio de la sabiduría; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.» (Pr. 8:13).
El temor de Dios es el respeto y reverencia profundos hacia Él, reconociendo su autoridad y poder. Este temor nos lleva a vivir con una conciencia constante de que debemos agradarle en todo lo que hacemos, y que nuestra vida debe ser un reflejo de su santidad y justicia.
Amor
«El que no ama, no conoce a Dios; porque Dios es amor.» (1 Jn. 4:8). «Y el segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» (Mt. 22:39).
El amor es la esencia misma de Dios y la principal característica que debemos reflejar en nuestras vidas. No solo debemos amarlo a Él, sino también a nuestro prójimo, mostrando el amor que Él ha derramado en nuestros corazones. Sin amor, es imposible acercarnos a Dios, ya que el amor es el lazo que nos une a Él y a los demás.
Santidad
«Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.» (Heb. 12:14).
La santidad es la separación del pecado y la dedicación a Dios. Es un llamado a vivir de acuerdo con su pureza y rectitud, alejándonos de todo lo que desagrada a Él. La santidad no es solo una acción, sino un estado del corazón que refleja nuestra disposición a vivir para Dios y a ser transformados por su Espíritu.
Cristo es el medio, pero nuestra vida transformada por estas virtudes es el camino para mantenernos allegados a Dios. Vivir una vida cercana a Dios no solo implica reconocer su presencia, sino permitir que su amor y gracia nos transformen cada día:
«Mas ahora en Cristo Jesús, vosotros que en otro tiempo estabais lejos, habéis sido hechos cercanos por la sangre de Cristo.» (Ef. 2:13).
Este versículo nos recuerda que es a través del sacrificio de Cristo que podemos disfrutar de una relación íntima con Dios. En 1 Corintios 2:11 se nos dice:
«Porque ¿quién de los hombres sabe las cosas del hombre, sino el espíritu del hombre que está en él? Así tampoco nadie conoció las cosas de Dios, sino el espíritu de Dios.».
Es solo a través del Espíritu Santo que podemos comprender plenamente la voluntad de Dios y su propósito para nuestras vidas. El Espíritu Santo es la manifestación del poder de Dios en nosotros, y acercarnos a Él implica vivir en comunión con su Espíritu, permitiendo que nos guíe y transforme. Estar cerca de Dios significa confiar plenamente en su plan, rendir nuestras preocupaciones y caminar en obediencia. Este proceso no siempre es fácil, pero está lleno de bendiciones: paz, esperanza y la certeza de que nunca estamos solos. Como dice Santiago 4:8:
«Allegaos a Dios, y Él se allegará a vosotros…»
El primer paso es nuestro, y Dios, en su amor infinito, siempre responderá con su presencia. La vida cerca de Dios nos invita a:
- Confiar plenamente en su plan, incluso en los momentos más difíciles.
- Buscarlo con humildad y perseverancia, acercándonos a Él a través de la oración, la lectura de su palabra y la obediencia diaria.
- Reflejar su amor a los demás, mostrando con nuestras acciones la transformación que Él ha obrado en nosotros.
Nuestra vida allegada a Dios es un viaje constante de fe, gratitud y transformación. Es dejar que su amor nos moldee, confiando en su promesa de estar con nosotros en todo momento. En Cristo hemos sido reconciliados y su gracia nos sostiene cada día.
«Lleguémonos con corazón verdadero, en plena certidumbre de fe…» (Heb. 10:22).